“La relación entre fragmento y unidad que se da en el trabajo de Aranguren es una de las características que hacen de su obra frágil y poética, pero atmosférica y sublime al mismo tiempo. Las imágenes-cuerpo de María están empapadas en luz, destilan una ligereza inusitada, incluso en los mayores formatos. No sólo hay imagen, sino entorno, construcción, misticismo. Las planchas de policarbonato se esfuerzan por permanecer bidimensionales a pesar de cruzar sus canales en diferentes capas, para crecer así y expandir sus tramas generando tejidos, espacios de contacto y encuentro. La contención se hace aquí más patente. La composición, lo translúcido y el orden dialogan con la potencia del color y los grandes formatos o con la puntual aparición de nuevas figuras geométricas, para ofrecernos campos de emoción y reflexión a partes iguales.”